Poniendo el correspondiente fajo de billetes encima o debajo de la mesa oportuna, una empresa puede conseguir la licencia de explotación de una mina de Uranio a cielo abierto situada en plena provincia de Salamanca, donde se da esa joya, la mires por donde la mires y la muerdas por donde la muerdas, que se llama cerdo ibérico de pura raza bellota, aunque el proyecto de obra presentado contenga datos completamente falsos en aspectos fundamentales como el impacto ambiental o la gestión de residuos.
Solo las buenas gentes locales de la plataforma Stop Uranio parecen dispuestas a gastar su tiempo y sus menguadas carteras embarcándose en una batalla legal durante años por los siglos de los siglos y los recursos de los recursos.
Muy probablemente la historia acabe como el rosario de Rosario, la hija de la Aurora: la plataforma agotada y la empresa cuadrando números antes de largarse de allí sin mirar atrás. Aunque claro, ya puestos, la zona quedará perfecta para acoger el próximo cementerio de residuos nucleares, que será presentado como una excelente oportunidad para dinamizar la zona, con sus puestos de trabajo, sus buenos menús diarios servidos por los bares de la zona y alguna que otra enfermedad chunga que el buen progreso trae consigo debajo del ala.
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