viernes, 24 de junio de 2016

Me presenté a las elecciones

El otro día me presenté a las elecciones municipales en el pueblo del que soy vecino desde hace 12 años, y puedo decir que fue una experiencia muy provecha, a pesar de que el resultado de mi candidatura fue un rotundo fracaso. De hecho, solo obtuve dos votos: el mío y el de Julia.

Pero no importa, al menos he demostrado que soy un demócrata, que participo en las instituciones, que respeto la soberanía nacional expresada en las urnas y que acepto, tranquilísimamente, el resultado de las mismas.

Sin embargo, cuando pienso en el programa electoral con el que me presenté a las elecciones, me sigue pareciendo muy atractivo y potente. Si no recuerdo mal, estos eran algunos de los puntos básicos:

- Utilizar el recinto de la plaza de toros para ampliar la biblioteca municipal, de manera que quien quiera toros se vaya al pueblo más cercano y quien quiera leer, tengo libros para aburrir.

- Utilizar el recinto del campo de fútbol para preparar de la manera más artesanal posible un compostero municipal en uno de los extremos, y en el otro, instalar unos hornos de leña para la elaboración de pan y bollería fina.

- Colocar macetones de estevia para uso y disfrute del público en general donde antes había parrillas para preparar la carnaza.

- Prohibir absolutamente el uso de pesticidas en todo el término municipal, bajo amenaza de recibir dos avisos por las buenas y un tercero por las malas malas, para asegurar que nunca, bajo ningún concepto, nadie vuelva a saltarse  la prohibición.

- Cancelar la contrata privada del cámping municipal y ponerlo a funcionar como cámping municipal a la manera francesa: barato, limpio, silencioso y con personal local, legalmente contratado.

- Acabar con los vertidos repugnantes al río, aunque solo sea porque lo mires como lo mires, el agua es vida.

- Parar y desterrar para siempre el uso del cementoperro y los detergentelientes en todo el término municipal.

- Hacer todas las gestiones necesarias, diurnas y nocturnas, para dejar el pueblo totalmente fuera de cobertura.

- No aportar dinero de las arcas municipales para celebrar fiestas, ya sean patronales o del veraneante.

En definitiva, lo que decía mi eslogan de campaña: "Para qué conformarte, si puedes vivir de puta madre".

No pudo ser. El candidato del Partido Torpedo ganó las elecciones. Quizás porque había prometido ampliar la plaza de toros y el campo de fútbol, destinar una importante partida del presupuesto municipal a celebrar las fiestas como el pueblo se merecía, instalar micro-macro receptores para asegurar la cobertura total en todo momento, etc., etc., del mismo palo.


                                                                    ...

Es cierto que un pueblo que cuida su entorno natural y se olvida de las infraestructuras difícilmente podrá transformar en dinero los recursos naturales de los que dispone, pero no debemos olvidar que esos mismos recursos naturales cubren las necesidades básicas de cobijo, manutención, abrigo, hoguera popular por las noches con bota de vino opcional, etc.

Por supuesto, en un pueblo que cuide su entorno natural hasta el punto de confundirse en él, ningún padre podrá regalar la Ploy Station a su hijo y tendrá que conformarse con verlo crecer sano, fuerte y con toda la energía de una bestia salvaje, al menos hasta que otra bestia más salvaje diga lo contrario.

Pero, también es cierto, para aquellos que piensan que un pueblo solo mejora si gana dinero, que un pueblo que cuida su entorno natural hasta el punto de confundirse en él, se convierte, hoy en día, en algo verdaderamente peculiar, que también puede ganar dinero a la manera que lo hace Bután: 300 dólares de visado por persona y día.

Por mi parte, yo creo que lo suyo es olvidarse del dinero, y que todo el que quiera venir a convertirse en musgo sea bienvenido. Solo en castañas, leche de cabra y agua tenemos para aguantar hasta que lleguen las aceitunas, las lombardas, las coliflores, las naranjas, pomelos y limones, hasta que lleguen los guisantes, las acelgas, los rábanos, y así de generación en generación como no podía ser de otra manera.