martes, 30 de octubre de 2018

Feddrick, el relojero suizo más dicharachero de la milla de oro


Feddrick, el relojero suizo más dicharachero de la milla de oro,
está encantado de poner la pasta encima de la mesa
con tal de tirarse diez días de safari fotográfico 
en la Reserva Nacional Kanghangeli, al sur de Kenia,
donde se encuentra estabulada, muy disimuladamente,
la mayor concentración de fauna salvaje del planeta.

Por su parte, en la reserva está todo dispuesto
para recibir al nota con los brazos abiertos,
y el león Samburu estará de lo más fotogénico
esperando en el árbol de costumbre,
y el rinoceronte Perkins aparecerá como de la nada
por ese camino, camino de los bebederos habituales.

Todo está preparado para que cuando el colega
haga clic,clic, foto, suene cling, cling, 
en la caja registradora de la reserva.

Así las cosas, no es de extrañar 
que a Feddrick le llamen turista consciente,
a la reserva la llamen patrimonio de la biosfera
y al conjunto, desarrollo sostenible.

jueves, 11 de octubre de 2018

La razón tampoco es para tanto


Yo tenía la razón
pero no tenía el dinero necesario
para conseguir las pruebas que lo demostrasen,
aún así me tiré al barro y llevé a los tribunales
a una importante empresa, que sí tenía dinero.

¿Cómo acabó el asunto?
Solo te digo que si quieres escribirme,
ya sabes mi paradero, debajo del puente colgante
que la misma empresa ha dejado colgado.

Ya digo, yo tenía la razón,
pero, visto lo visto, tampoco era para tanto.

lunes, 1 de octubre de 2018

51 años de absoluta tranquilidad no fueron suficientes para tranquilizar a la vecina

Nada más terminar de intervenir la vecina
le repliqué rápidamente que, en 51 años
que tenía el edificio, la puerta de la calle
siempre había estado abierta y nunca
había entrado nadie ajeno al entorno del mismo,
por lo que no había razón alguna
para reforzar la seguridad de la puerta de la calle.

Pero en cuanto yo acabé, ella volvió a la carga
y dijo que muy bien, pero que el hecho 
de que nunca hubiera pasado nada, no aseguraba
que cualquier día ocurriera una desgracia.

Entonces, una vez oídos los argumentos,
llegó el momento solemne de la votación...

Cuatro días más tarde, la puerta
que había aguantado tranquilamente
durante cinco décadas las embestidas furiosas
de nadie, fue sustituidada por una nueva
con siete puntos de anclaje.

Uno por cada vecino que levantó la mano.