Para que los niños no pasaran tanto tiempo solos mirando las pantallas, hicimos una ludoteca trashumante de juegos de madera y nos fuimos con ella a recorrer la comarca para invitar a niños y mayores a volver a jugar como juegan las manos.
Una tarde se acercó un niño y nos dijo que cuando era chaval solía jugar a estos juegos, y empezamos a jugar. Al cabo de un rato le volví a mirar y no parecía tan mayor. Tampoco yo, que tenía el juego trucado y me estaba partiendo la caja.
Hicimos una ludoteca trashumante y nos fuimos a recorrer la comarca, y los niños lidiaron con la realidad y los mayores viajaron en el tiempo.