lunes, 11 de junio de 2018

El vendedor de desaladoras dice que...


El vendedor de desaladoras dice que las desaladoras son perfectas para suministrar agua en abundancia y poder montar un agronegocio en régimen de regadío.

El terrateniente de 51 hectáreas babea al pensar que, con tanta agua, podría montar él solo una despensa para media Europa. Pero justo cuando va a comprar un lote de desaladoras, aprovechando la increíble oferta inicial, aparece un vendedor de trasvases.

El vendedor de trasvases dice que los trasvases son perfectos para turbobombear agua a presión desde un lugar lejano y tranquilo hasta la puerta de tu agronegocio, con la garantía del Estado para más señas.

El terrateniente, que ha aprovechado este ínterin para hacerse con otras 12 hectáreas colindantes, y ahora tiene 63, turbobabea al pensar la que podría liar con tanta agua, y compra rápidamente un par de tramos de trasvase.

En algún lugar, alguien, como pensando que le quedan cinco minutos para el descanso y para echarse un cigarro, aprieta el botón rojo del trasvase. Las compuertas se abren. Las turbinas bombean y el agua llega a esa finca de 78 hectáreas a tope de fresas como melocotones, melocotones como melones y melones como balones.

Sin embargo, nunca es suficiente, y el vendedor de desaladoras vuelve a la carga: la nueva generación de desaladoras desala agua a velocidad de vértigo. 24 horas al día chupando agua y escupiendo sal sin mirar atrás.

El terrateniente de 80 hectáreas quiere un par del tirón, pero justo en ese momento aparece el vendedor de trasvases con ganas renovadas y presenta las novedades que trae calentitas: "Oye, mira, los nuevos supertrasvases están pensados para conectar todas las cuencas hidrográficas del país, de manera que llueva donde llueva el agua siempre llega a la puerta de tu agronegocio".

"¡Hostias! Me quedo dos supertramos del tirón", dice el terra.

Efectivamente, el operario aprieta y el botón rojo del supertrasvase hace su trabajo. Las puertas se abren, la presión sube y el agua llega a esa enorme finca donde los puerros crecen como plantas de maíz, con sabor a menta tirando a regaliz.

Sin embargo, nunca es suficiente, ni siquiera al borde del abismo, ese lugar donde, a falta de otra cosa, el dinero, sin fecha de caducidad pues solo tiene número de serie, se mastica, se come y se expulsa mostrando en toda su crudeza su verdadera naturaleza.