jueves, 9 de enero de 2014

La factura del agua

Voz en off, habla la Historia.
El agua de boca nunca tuvo precio en las regiones de clima mediterráneo. Las leyes, cristianas o islámicas, sobre el agua en la península Ibérica tenían en cuenta el uso del agua para beber las personas y los animales, de tal forma que para el acceso a fuentes y abrevaderos, aunque se encontraran en terreno privado, los señores de la tierra tenían que respetar el derecho de paso para que la gente y los animales domesticados pudieran beber.
El agua almacenada en aljibes o extraída de fuentes y pozos cercanos o dentro de los núcleos urbanos conservó durante siglos una buena calidad para ser bebida, pero todo cambió a partir de la segunda mitad del siglo XIX con la revolución industrial, el crecimiento de las ciudades y, posteriormente, con la industrialización de la agricultura, que convirtieron el agua en una mercancía más, con su correspondiente tarifa económica, desligándola de su valor como elemento vital.

Voz en off, habla el alcalde.
Claro, qué cachonda es la gente, pero si el ayuntamiento no tiene dinero para hacerse cargo de los sistemas de bombeo, redes de distribución, saneamientos, potabilizadoras, depuradoras, zanjas, operarios, herramientas, máquinas, etc., etc., ¿qué quieren que haga? No queda más remedio que privatizar. Y ahora, si me disculpáis, tengo que tratar un asunto importante con el concejal de festejos.

Voz en off, habla alguien que podrías ser tú, yo, o el mismísimo Paneque.
Hoy he empezado a trabajar en Gestagua. Nada más llegar, me han dado un mono con el logotipo de la empresa y me han dicho que me fuera con Ese. Ese y yo nos hemos montado en una furgoneta con todo lo necesario para pasar un día de lo más entretenido. El plan era empezar una zanja en la calle Cristo Bendito, a la altura del número 33, y una vez allí darle al martillo neumático. Al cabo de un par de horas, la verdad es que estábamos hasta los güevos, y tal vez por eso hemos perforado sin querer una tubería, armando un auténtico pifostio. Ha tenido que venir la policía municipal y cortar la calle. Vaya desparramo que hemos montado. Menos mal que nos lo hemos tomado a risa, que si no... En fin, mañana será otro día, será otra zanja y será la misma mandanga.

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