jueves, 24 de octubre de 2013

Grandes momentos de la historia de España

Supongo que ya os habréis dado cuenta de que todo esto que viene a continuación sucede en algún momento del último cuarto del siglo XV, y en cuanto al personaje que está a punto de tomar la palabra, dejadme que os diga que se llama Bartolomé Sánchez Trujillo, lo más parecido a un economista que se podía encontrar en aquel tiempo.

-Alteza, todo el asunto de la lana de oveja merina se está llevando de manera calamitosa. Es necesario un cambio profundo. No se puede seguir exportando lana al precio de uno e importar telas manufacturadas al precio de diez, es absurdo. Mi humilde consejo es parar la exportación y desarrollar la manufactura del textil en el reino.
-Qué cachondo eres, Bartolomé, bien sabes que la corona recibe cuantiosos beneficios derivados de los impuestos a la exportación de la lana. Sin esos ingresos, la corona quedaría a merced de la ambición de los nobles, lo que me convertiría en un títere en sus manos.
-Entiendo, Alteza, pero el pueblo se resiente y la pobreza se extiende, pues son pocos los que se benefician de la exportación de la lana.
-Me estás diciendo que elija entre la prosperidad de la corona y la prosperidad del pueblo... Estás loco, Bartolomé. ¿Sabes lo que me costó ocupar la ciudad de Burgos cuando alzó pendones en favor de Juana y el portugués? Si ahora pusiera trabas a la exportación de la lana, Burgos, la ciudad más rica del reino y donde se concentra la mayoría de la lana antes de su traslado al puerto de Bilbao, podría costarme un levantamiento que podría ser aprovechado por portugueses y franceses, por no hablar de esa sierpe del marqués de Villena o el guainai del arzobispo Carrillo, para derrocarme. Es decir, un marronazo en toda regla, y total para qué. Las pocas manufacturas textiles que hay en el reino están en Segovia, cuyo nuevo alcalde es de mi total confianza. Así pues, Bartolomé, vete por donde has venido si no quieres pasar una buena temporada remándote el Mediterráneo como galeote.

Nada más salir Bartolomé, se presentó el recaudador mayor del reino.

-Alteza, aquí está la recaudación de la exportación de lana del último semestre.
-Gracias, gracias, me viene al pelo, porque quería encargar unas lombardas nuevas con su correspondiente munición para bombardear a gusto a esa chusma morisca de Granada, a ver si de una maldita vez se rinden y me puedo presentar ante el papa como lo que soy, esa peazo adalid de la cristiandad.


Bartolomé Sánchez Trujillo, instantes después de recibir el título de Bachiller en números.
A pesar de su temprana edad, ya se puede apreciar lo cetrino de su tez y el carácter afable y bondadoso
que le acompañará a lo largo de su vida.
(Foto cedida por el Museo de Cera de Trujillo).

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