Todo lo que el viento me cuenta para que lo exprese con palabras se lo devuelvo escrito en aviones de papel que pongo en sus bolsillos.
Y con lo que no le devuelvo, me autopublico un libro y me voy a venderlo por los pueblos con un megáfono en la mano a un ritmo de 50 ejemplares al año: "Señora, caballero, ha llegado el propio autor a la puerta de su mismo domicilio".
Aunque muchas veces, más que vender, la gente me ofrece estanterías llenas de libros que tiene en casa ocupando espacio, pero que no los quieren tirar porque les da pena. Como soy una buena persona y un apasionado de los libros, los acepto. Luego ellos me dan las gracias y yo me voy del tirón donde el Rana a venderlos al peso.
A veces el Rana está sentado en una montaña de libros leyendo alguno. Si no le gusta, lo tira directamente a la trituradora y coge otro a voleo, y si le gusta, lo tira a un montón a una esquina del montón para leerlo más tranquilo.
...
El otro día le regalé uno de mis libros y le debe de haber gustado porque, cuando volví a pasar por su nave, lo vi tirado en el rincón de los favoritos.
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