domingo, 17 de mayo de 2020

Yo tenía una lavadora del año 1980

Yo tenía una lavadora del año 1980 y hace 10 meses definitivamente petó. Y aunque busqué las piezas de recambio en chatarrerías de confianza y patios traseros de octogenarius conocidos del pueblo, no hubo manera de encontrarlas.

Entonces, me vi envuelto en una disyuntiva que me condenaba por un lado  a comprar una nueva de las que hablan, para sacarte datos que vender a terceros, y por el otro a no comprar ninguna, lo que me obligaba a lavar la ropa ayudándome de las manos.

Afortunadamente, mientras estaba cavando la tierra para empezar con la huerta de verano, una mariquita con sus puntos negros y sus alas rojas se me acercó subrepticiamente por la sordi para decirme que no, que las máquinas eran instrumentos tan poderosos que habíamos caído prisioneros de nuestra propia creación. Y que, aunque nos habían vendido la idea de que con ellas la vida iba a ser más fácil, en realidad la estaban complicando cada vez más al imponer un ritmo de vida frenético que, además de estresarnos, se estaba puliendo la biodiversidad del planeta.

En ese momento, lo vi claro: vendí lo que pude de la lavadora al peso y me fabriqué una artesana que va a toda pastilla de jabón sin necesidad de electricidad, que no gasta agua, porque después de lavar la ropa la reutilizo para regar un zarzal de puta madre con una planta muy graciosa en su interior que no quiero que esté a la vistay que me permite hacer con la boquita el efecto centrifugado fiumfiumfuakafium que tanto me gusta.


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