martes, 28 de octubre de 2025

La fuente de La Piña


Hay un grupo de personas que se reúnen espontáneamente a coger agua en la fuente de La Piña. Entre bromas y veras van llenando las garrafas y, con el transcurrir de los días, surge de extranjis un pequeño mercadillo improvisado en el maletero de los coches y en las bolsas que traen de la mano los que vienen de paisano.

Una se llama Nicolasa y otro, Blas. Uno viene con un perro y el perro viene sin collar. Una riega dos manzanos y otro, tres higueras de corral.

A veces ganas 18 euros y otras, por la misma cantidad, compras lo que en otro lado te hubiese costado más de cuarto y mitad.

En la fuente de La Piña todo el mundo es bienvenido a trapichear con entusiasmo, mientras no lo haga con su turno en la fila, moleste el movimiento palante de la misma o entretenga al compadre que está surtiéndose del agua bendita.

La fuente de La Piña se ha convertido en el lugar perfecto para practicar la buena convivencia, porque nadie se hace de oro a base de pequeños tejemanejes y porque todos nos vamos contentos con el oro que llevamos en las garrafas.


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