lunes, 9 de enero de 2017

Dentro de la política

1.
El presidente de la república francesa estaba sentado en su despacho departiendo tranquilamente por teléfono con el ministro de Defensa.

-Efectivamente, presidente, las pruebas nucleares realizadas en el Pacífico han sido un éxito total, y como se esperaba, los atolones donde se han realizado dichas pruebas saltaron totalmente por los aires hasta la desintegración completa.

-Buen trabajo, ministro -respondió el presidente antes de colgar el teléfono para seguir despachando otros asuntos del día con su jefe de gabinete.

-¿Qué decías sobre el discurso en la ONU?

-Decía que es la semana que viene.

-Bien, que Renaud se ocupe de ello, que se le dan muy bien los discursos. Quiero un borrador de trabajo sobre mi mesa el lunes por la mañana.

-¿Alguna idea que quiera resaltar en el discurso?

-Lo de siempre, ya sabes, liberté a tope, egalité de gordo y fraternité el que pueda.

2.
La palabra de un político no tiene ningún valor cuando se pronuncia en público, es decir, cuando nos hablan a nosotros.
Solo tiene valor cuando se pronuncia en privado, es decir, lo que nos callan a nosotros.

Tomemos como ejemplo el misterioso caso de las autopistas de peaje que circunvalan Madrid.

En privado dijeron: "Es una oportunidad tremenda para dar un buen pelotazo, y cuando se descubra el pastel, las rescatamos con el dinero del Estado y ya está. Sin problemas".

En público dijeron: "Con estas nuevas autopistas de peaje mejorarán las comunicaciones, disminuirán los atascos y se crearán puestos de trabajo". Luego presentaron unos datos totalmente ficticios sobre el número de usuarios y acabaron sentenciando por todo lo alto que no tendría ningún coste para el contribuyente.

Efectivamente, como venimos diciendo, lo dicho en público resultó ser mentira, mientras que lo que dijeron en privado se convirtió en cruda realidad.

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