lunes, 5 de diciembre de 2016

Libre y salvaje

La noche del 24 de diciembre
reventaron todas las presas que atenazaban el río Tajo,

















y pudo transcurrir de nuevo libre y salvaje
de este a oeste de la península ibérica
a lo largo de sus 1.114 km de longitud.

















Las consecuencias para la economía fueron desastrosas

















y quizás por eso mismo,
las consecuencias para la vida fueron maravillosas.

















Los gancheros volvieron a bajar troncos por el río,
mientras un gentío enorme los aplaudía como a campeones
embargado de una emoción muy ancestral.

















En Talavera de la Reina, los pisceros volvieron a patrullar las orillas
en barquichuelas de cañas y juncos,
y los niños recogían otra vez palodú en la isla del Chamelo.


















Para muchas personas el río se convirtió en lo más importante de sus vidas.
Incluso sacaron a sus hijos de las escuelas 2.0
y se los llevaron con ellos a la escuela del río de la vida.

















Adorando al río como a un dios,
le obligaron a realizar el milagro de los peces.



No hay comentarios:

Publicar un comentario