viernes, 5 de diciembre de 2014

¡A fabricar jabón!

Estamos en plena temporada de fabricación de jabón y queremos compartir con vosotros la receta de nuestro jabón más querido, y el que más nos pide la gente: el jabón de caléndula. Para mostrar que un jabón suave y adecuado hasta para pieles delicadas no necesita ingredientes exóticos, sino que basta con productos que solemos tener en casa, que son muy fáciles de conseguir y que podemos cultivar nosotros mismos.

El proceso para elaborar este jabón se inicia en primavera, cuando empieza a subir la temperatura y brotan las primeras caléndulas en el huerto. Recogemos las flores a diario, y en cuanto llegamos a casa las metemos en botes de cristal, las cubrimos con aceite de oliva y las colocamos en el alféizar de la ventana para que maceren al sol y las estrellas durante 30 días. Es importante utilizar un aceite de buena calidad, porque la fabricación de jabón es como lo cocina: para obtener un buen resultado hay que emplear buena materia prima.


Caléndulas recién recolectadas
Caléndulas macerando en aceite de oliva




Transcurridos 30 días, el aceite ha adquirido un precioso tono anaranjado y está listo para preparar el jabón. Así que, lo colamos, estrujamos bien las flores para que suelten todo el aceite que han absorbido y ya está, un magnífico aceite de caléndula con infinidad de propiedades beneficiosas para la piel.


Este jabón lo fabricamos con tres ingredientes únicamente: aceite de caléndula (1.000 gr.), agua (322 gr.) y sosa cáustica (134 gr.). Para que el jabón quede suave y agradable es importante pesar los ingredientes con precisión, así que conviene utilizar una báscula electrónica.   
El primer paso es echar la sosa en el agua (IMPORTANTE: nunca el agua sobre la sosa porque se produce una reacción un poco violenta y peligrosa) y remover con una espátula resistente al calor hasta que esté bien mezclado, teniendo cuidado en todo momento de no respirar los vapores que genera la mezcla. Esta parte es la única un poco "peligrosa" porque la disolución de agua y sosa es tremendamente abrasiva, así que cuidado con salpicarse las manos o la cara. 


Mezcla lista para echar en los moldes
Una vez está disuelta la sosa se vierte la mezcla sobre el aceite y se remueve todo con la espátula o con una batidora. (Se debe utilizar un recipiente resistente al calor y que no sea metálico). El tiempo de removido depende de la cantidad de mezcla, de la temperatura exterior, de la velocidad de batido..., pero al final se debe obtener una mezcla parecida a unas natillas espesas. Con las cantidades indicadas arribas, el jabón puede tardar en cuajar unos cinco minutos con batidora y alrededor de una hora si se remueve a mano.


Jabón en los moldes

Jabón tapado con mantas


Una vez que el jabón ha cuajado, se echa en los moldes, se cubre con papel (de horno, folios blancos...) y se tapa con unas mantas para que repose durante 24 horas. Es importante tapar el jabón para que la temperatura de la mezcla vaya descendiendo poco a poco y finalice el proceso de saponificación que ha empezado en el recipiente donde lo hemos mezclado.

Después de 24 horas el jabón se habrá endurecido y podremos sacarlo de los moldes. El último paso será colocarlo en bandejas aireadas o tableros, taparlo con papel y dejarlo reposar durante cuatro semanas. Esta fase se denomina curado del jabón y en ella la sosa pierde toda su causticidad, por eso es importante ser paciente y esperar las cuatro semanas ¡enteritas!
¡Y ya está!, un jabón suave y magnífico para lavarse tanto el cuerpo piel como el pelo.


Jabón listo para el proceso de curación
Nota: en el caso de no poder conseguir caléndulas, se puede elaborar el jabón con aceite de oliva puro. Las cantidades serían las mismas que se indican arriba.

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