viernes, 29 de marzo de 2013

Bares para Alemania

El pasado 30 de febrero, la Unión Europea aprobó la iniciativa española de crear un fondo para la construcción de gran número de bares en Alemania, con el fin de ayudar a combatir la grave crisis por la que atraviesa el país. 
-España -declaró el presidente hispano al cierre de la reunión de mandatarios europeos- no puede permanecer impasible ante la problemática situación que vive un país hermano, y que tantos compatriotas acogió en la segunda mitad del siglo XX. 
Tras la construcción de los bares, se dará inicio a una segunda fase, denominada: "Estar en el bar como Dios manda". Debido a la enorme complejidad que esta segunda fase conlleva, España se comprometió oficialmente a enviar personal cualificado para resolver los problemas que fueran surgiendo, tales como el acodado perfecto en la barra, el uso de la confianza para dar perfecto asco, la total ausencia de complejos para hablar de casi todo sin saber de casi nada, etc., etc., etc. 
En una tercera fase, se potenciarán las enormes posibilidades  del bar como centro social, capaz de influir en la parroquia sobre la importancia que la productividad tiene sobre la economía del país, de tal manera que los alemanes lleguen a comprender los beneficios del chupito a las siete de la mañana para ir contentos a trabajar y con unas ganas locas de salvar a la empresa tú solo. 
-Amigos europeos -decía el presidente hispano-, cuando caminando por Alemania se puedan ver carteles del estilo: "Bar Merkel, 26 botellines de cerveza y 2 tortillas de patata precocinadas 30 €", la crisis habrá sido superada con creces.

miércoles, 6 de marzo de 2013

Dos pueblos

En el macizo Central, subsistema Ibérico para más señas, hay dos pueblos enclavados en una preciosa sierra de cuyo nombre no quiero acordarme, aunque todos sabemos que es esa de ahí. 
Vistos así, desde lo alto, apenas se aprecian diferencias, pero deambulando por sus calles, metiendo las narices donde no te importa, se empiezan a observar algunas. Y si me permites que apure la copa de vino que me estoy tomando, te digo alguna.
Como te decía, los dos pueblos apenas se diferencian. Los dos muestran los mismos estragos de la despoblación de los años sesenta. Los dos cuentan con gran número de jubilados, el mismo clima, la misma tierra fértil e idénticas variedades hortofrutícolas. Así mismo, llegando el invierno, en ambos pueblos comienza la temporada de recogida de aceitunas, que luego llevan a la cooperativa del pueblo. 
Sin embargo, en uno de los pueblos separan las aceitunas del vuelo de las del suelo, lo cual es más trabajoso, y más teniendo en cuenta que la mayoría están jubilados. Aun así, lo hacen, y el resultado es espectacular: aceite. Como consecuencia, lo venden todo a un buen precio, sin ser prohibitivo para el público en general.
Mientras, en el otro pueblo, no separan el vuelo del suelo. De esta manera se trabaja menos, puesto que el viento tira muchas. Así lo hacen, y el resultado no puede ser más desolador: acreite, llegándose a dar el caso de tener que comprar aceite de otra cooperativa con el rebajar el alto grado de acidez. Como consecuencia, lo malvenden todo.
Llegados a este punto, no queda más remedio que preguntarse a qué se debe esta diferencia en el modo de actuar ante la misma cuestión, cuando parece claro que un pueblo está haciendo las cosas bien y otro no.
La respuesta, por lo que yo he podido enterarme, es esta: en una de las cooperativas entró una nueva junta directiva que peleó en la asamblea de socios por separar el vuelo del suelo, y aunque la asamblea con mayoría de jubilados no quería, finalmente lo consiguieron, para gloria de todos como el tiempo se ha encargado de demostrar.
En cambio, en la otra cooperativa, algunos socios plantearon esta opción, pero ni la junta directiva ni la mayoría de jubilados que forman la asamblea de socios respondieron afirmativamente, para desgracia de todos como el tiempo se ha encargado de demostrar.
En fin, así están las cosas por el macizo Central, subsistema Ibérico para más señas.